1. La política de los congresos ideológicos
En las últimas dos décadas, los congresos políticos han adquirido un papel creciente como espacios de articulación ideológica y mediática. Entre ellos, destaca el Conservative Political Action Conference (CPAC), una de las principales plataformas de difusión del pensamiento conservador —y, más recientemente, ultraderechista— a escala internacional.
Lo que comenzó en 1974 como una reunión de políticos y activistas republicanos en Washington D.C. se ha transformado en un evento global que conecta a movimientos populistas de derecha, nacionalistas y antiglobalistas de diferentes países.
El estudio del CPAC y sus réplicas en otros contextos nacionales permite observar cómo la ultraderecha contemporánea se organiza transnacionalmente, compartiendo discursos, estrategias mediáticas y liderazgos.
2. El CPAC como laboratorio político del conservadurismo estadounidense
Durante sus primeras décadas, el CPAC funcionó como una especie de “feria ideológica” del conservadurismo clásico estadounidense.
Su agenda se centraba en la reducción del Estado, el libre mercado, la oposición al aborto y la defensa de la familia tradicional. Presidentes como Ronald Reagan utilizaron el evento como tribuna para consolidar su liderazgo político y definir la línea ideológica del Partido Republicano.
Sin embargo, la evolución sociopolítica de Estados Unidos en el siglo XXI —marcada por la crisis económica de 2008, la polarización mediática y el auge de las redes sociales— abrió la puerta a un cambio radical en el perfil del conservadurismo.
El CPAC pasó a ser, gradualmente, un escenario del populismo de derecha, influido por la retórica antiélite y antiglobalista que cristalizó con la figura de Donald Trump.
3. La era Trump y el giro hacia la ultraderecha
La elección de Donald Trump en 2016 supuso un punto de inflexión en el CPAC.
El evento dejó de ser una conferencia conservadora tradicional para convertirse en una plataforma de movilización populista, donde convergen discursos nacionalistas, religiosos, identitarios y conspirativos.
En sus discursos, Trump y sus aliados transformaron los ejes del conservadurismo:
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La seguridad fronteriza y la oposición a la inmigración se colocaron en el centro del debate.
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Se impulsó un discurso antifeminista y antiglobalista, que presenta a los valores progresistas como una amenaza para la “civilización occidental”.
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Se consolidó una narrativa de victimización política, en la que los conservadores son presentados como marginados por las élites mediáticas, tecnológicas y académicas.
A partir de entonces, el CPAC dejó de ser solo un evento partidario y se convirtió en una plataforma de identidad ideológica, comparable a un movimiento social de derechas.
Las redes sociales amplificaron este efecto, permitiendo que los discursos del CPAC circularan a escala global, generando comunidad entre simpatizantes de distintas regiones.
4. La expansión global del modelo CPAC
Uno de los fenómenos más notables de la última década es la expansión internacional del CPAC, especialmente en América Latina y Europa.
Eventos con la misma marca o inspirados en su formato se han celebrado en países como Brasil, México, Hungría, Japón y Australia, entre otros.
a) CPAC Brasil
El CPAC Brasil, organizado por sectores próximos al expresidente Jair Bolsonaro, se ha consolidado como un referente para la ultraderecha latinoamericana.
Allí convergen políticos, religiosos y comunicadores que promueven una agenda antifeminista, antiizquierdista y nacionalista, en sintonía con los discursos trumpistas.
El evento también cumple una función de construcción de redes internacionales, con la participación de figuras estadounidenses, europeas y latinoamericanas.
b) CPAC México y la influencia religiosa
En México, el CPAC ha reunido a representantes de la derecha religiosa, intelectuales ultraconservadores y políticos de distintos partidos.
El discurso predominante combina catolicismo político, oposición a la “ideología de género” y defensa de la soberanía nacional frente al globalismo.
Este tipo de eventos sirven además como espacios de articulación entre organizaciones religiosas, medios conservadores y actores políticos que buscan reposicionar a la derecha en el debate público.
c) Europa: el nacionalismo identitario
En Europa, aunque el CPAC no tiene una estructura formal, su influencia se percibe en los encuentros entre partidos nacionalistas —como el Fidesz de Viktor Orbán o el Rassemblement National de Marine Le Pen— que comparten la retórica de la “defensa de la civilización europea” y el rechazo a la inmigración musulmana.
Hungría, en particular, ha acogido una edición oficial del CPAC, lo que simboliza la alianza ideológica entre el trumpismo estadounidense y el nacionalismo iliberal europeo.
5. Estrategias discursivas y mediáticas
El éxito del CPAC y de eventos similares no se explica solo por la política electoral, sino por su estrategia comunicativa.
La ultraderecha contemporánea ha sabido convertir la política en espectáculo, utilizando el lenguaje emocional, los símbolos patrióticos y las redes sociales como instrumentos de movilización.
Algunos elementos comunes en estos eventos son:
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La apelación al miedo: inmigración, “ideología de género”, marxismo cultural o pérdida de soberanía.
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La figura del líder carismático, presentado como defensor del “pueblo real” frente a las élites corruptas.
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La victimización del conservadurismo, representado como un grupo silenciado por la corrección política.
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La espectacularización mediática, con escenografías, merchandising y transmisiones en vivo que mezclan política, religión y entretenimiento.
Estas estrategias refuerzan la identidad colectiva de los movimientos de ultraderecha y los hacen atractivos para sectores sociales que sienten desconfianza hacia los partidos tradicionales o las instituciones democráticas.
6. Críticas y riesgos democráticos
Diversos analistas advierten que el CPAC y sus derivados internacionales representan un riesgo para la salud democrática, al difundir discursos que:
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Promueven la desinformación y las teorías conspirativas.
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Socavan la confianza en las instituciones electorales y judiciales.
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Fomentan la polarización y el enfrentamiento social.
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Difunden visiones excluyentes sobre la identidad nacional, los derechos de las minorías y la igualdad de género.
No obstante, sus defensores argumentan que el CPAC constituye una reacción legítima al avance del progresismo cultural y a lo que consideran una censura ideológica en medios y universidades.
El debate, por tanto, trasciende la política partidaria y toca las bases mismas de la convivencia democrática.
7. Conclusiones: el CPAC como síntoma de una era política
El fenómeno del CPAC revela una transformación profunda del conservadurismo mundial, que ya no se define solo por su oposición al intervencionismo estatal, sino por una lucha cultural global contra el liberalismo progresista.
Más que un evento aislado, el CPAC es hoy un símbolo de la reorganización internacional de la ultraderecha, donde se entrelazan religión, nacionalismo, redes digitales y populismo.
Comprender su dinámica es clave para analizar el futuro de la política contemporánea:
una política donde la frontera entre lo nacional y lo global, lo religioso y lo político, lo real y lo mediático, se vuelve cada vez más difusa.
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